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¿Liberal o conservador? Ambos…

“La vida es lo que tú haces con ella: una escuela, un campo de batalla o un parque de diversiones.”

En la década de los 80 salió una trilogía de películas llamada “Karate Kid”. El personaje principal de esta película lo es Daniel Larusso, quién utiliza el karate para defenderse de los “bullies” o quiénes intentaban hacerle daño. Para mi sorpresa, luego de 30 años salió una serie titulada “Cobra Kai”, en la que se revive esta rivalidad entre Larusso y sus “bullies” o los “Cobra Kai”. Lo interesante de esta serie es que presenta dos bandos que intentan una y otra vez tener una amistad, pero no lo logran. Las experiencias del pasado y los prejuicios no permiten que ambos grupos se relacionen saludablemente. Interesante también es ver que no todo es blanco y negro, no se trata de una trama en la que hay una persona buena y otra mala, o un grupo bueno y otro malo; categorías que usualmente queremos tener para resolverla la vida entre buenos y malos. En esta serie se pueden apreciar las luchas de todos los protagonistas con el bien y el mal.

En la vida hay que tener mucho cuidado con las categorías o etiquetas que en muchas ocasiones creamos para describir o definir a las personas. Las categorías o etiquetas no son malas en sí mismas, porque tienen mucha utilidad cuando se usan con prudencia y nos permiten afirmar la diversidad que Dios mismo creó. Sin embargo, ninguna categoría o etiqueta puede definir completamente a una persona. Nadie es 100% una etiqueta, todos somos mucho más que una etiqueta. Les doy varios ejemplos.

Yo me considero metodista porque participo de una iglesia que se denomina metodista. Ser metodista responde a creer en la doctrina desarrollada inicialmente por Juan Wesley y el movimiento metodista del siglo 18. Yo vivo orgulloso de ser metodista por su doctrina sana y balanceada. Sin embargo, esta etiqueta no me define por completo porque el metodismo no lo es todo. Incluso, reconozco cómo otras iglesias y denominaciones tienen mucho que enseñarnos a los metodistas. Además, por encima de seguir a Juan Wesley y ser metodista yo deseo seguir a Jesús. Eso quiere decir que deseo ser cristiano y luego metodista. Además, no solo soy metodista y cristiano, también soy puertorriqueño, hispano, padre, esposo, entre otras categorías. Ser metodista es una buena parte de mi vida, pero no lo es todo.

Un ejemplo clásico de las etiquetas en el escenario religioso y político son las categorías de conservador o liberal. Explicar estas categorías toma mucho tiempo, por lo que me excuso por lo breve y limitada de esta explicación. Conservador se relaciona con el pasado y mantener tradiciones; mientras que liberal se relaciona con el futuro y crear nuevas tradiciones. Cuando estudiamos lo que implica en el escenario religioso y político, estas etiquetas han creado grandes bandos buscando acomodar a todo ser humano en una de las dos. Sin embargo, la verdad es que nadie es 100% conservador o 100% liberal. Todos tomamos decisiones que en ocasiones son conservadoras y en otras liberales.

Les doy mi ejemplo. Yo me considero conservador (o por lo menos defino ser conservador de esa forma) en unos asuntos: creo firmemente en la práctica de las disciplinas espirituales, en el matrimonio, en la centralidad de las Escrituras, en la iglesia y su doctrina, en los sacramentos, en la tradición de la padres y madres de la iglesia en general. Sin embargo, también soy liberal al recordar que Jesús nos invitó al arrepentimiento cuando dijo lo siguiente al iniciar su ministerio: «El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepiéntanse, y crean en el evangelio!» Marcos 1:15. Entre las personas a quién Jesús le habló fue a los líderes religiosos, quiénes eran los guardianes de la tradición; para que tuvieran una “metanoia” o un cambio de mente y actitud y se abrieran paso a la nueva revelación de Dios que era él mismo: Jesucristo. De hecho, los líderes religiosos no tuvieron éxito en aceptar a Jesús como hijo de Dios en parte por aferrarse al pasado y no dar paso a Jesús.

Esto me recuerda que es importante también para ser liberal y abrirnos a nuevas tradiciones, a dejar cosas atrás. Yo me considero liberal o progresista en el sentido de que creo que la razón es importante a la hora de estudiar las Escrituras e interpretarla, y por eso no creo en el literalismo (creer en la Biblia sin interpretarla) ni en la inerrancia (creer que la Biblia no contiene errores). También que Cristo es la cabeza de cada familia y no una persona en particular. Creo que el patriarcado o machismo que está tan presente en la Biblia no se puede validar sino erradicar. Creo que muchas tradiciones de la iglesia necesitan reformarse y mejorarse, como por ejemplo que el pastor o la pastora sea el centro de la iglesia, restando así importancia al laicado. Creo que Jesús, si viviera en esta época, cambiaría muchas cosas.

¿Por qué hablo de las etiquetas en el día de hoy? Porque la religión y la política están muy mezcladas una con la otra, y mucho más a solo una semana de las elecciones. En el caso de la política, muy pocas cosas son al azar. La política usualmente se nutre de la estrategia. Una de las estrategias principales de la política es la polarización: crear bandos y buscar que las personas se adhieran a esos bandos sin mucha reflexión, sino por fanatismo. Lamentablemente todos caemos en cierto grado en esa trampa al repetir lo que dicen los líderes políticos, construyendo mundos en los que nuestra verdad y forma de ver la vida es la única y la correcta. Juzgamos a quiénes piensan diferente sin escucharlos, construimos muros en vez de puentes, damos paso a enemistades innecesarias y olvidamos así que muy probablemente tenemos más puntos en común de lo que creemos.

Cuando hablamos de ser conservadores o liberales, la respuesta debería ser ambas. Todos deberíamos movernos en ambas direcciones según sea necesario para conservar lo que vale la pena y liberarnos de lo que no. Sin embargo, en muchas ocasiones nos aferrarnos a un lado o el otro, cayendo en la trampa de las etiquetas que buscan crear bandos que solo traen división, atacarnos unos a otros y enfocarnos en los que nos divide. Y no solo eso, sino que nos cerramos a aprender y crecer; siendo esta la fórmula para lo que estamos viviendo en el mundo y Puerto Rico ahora mismo. ¿Qué nos dice la Biblia en cuanto a esto? Efesios 2:14-16 nos dice:

14 Pues Cristo mismo nos ha traído la paz. Él unió a judíos y a gentiles en un solo pueblo cuando, por medio de su cuerpo en la cruz, derribó el muro de hostilidad que nos separaba. 15 Lo logró al poner fin al sistema de leyes de mandamientos y ordenanzas. Hizo la paz entre judíos y gentiles al crear de los dos grupos un nuevo pueblo en él. 16 Cristo reconcilió a ambos grupos con Dios en un solo cuerpo por medio de su muerte en la cruz, y la hostilidad que había entre nosotros quedó destruida.

Jesús vino a unir no a dividir, a crear un nuevo pueblo caracterizado por la paz y no la hostilidad. En este nuevo pueblo las diferencias no buscan dividir, porque la diversidad lleva a la unidad. En este nuevo pueblo la diversidad nos hace complementarnos no atacarnos. ¿Cómo podemos construir este nuevo pueblo hoy?

1. Afirmando la identidad de cada persona como hijo e hija de Dios, sin excepciones.

2. Conociendo las personas antes de opinar. Nos sorprenderemos de lo mucho que tenemos en común con las personas y de cómo podemos entender sus posturas, aunque no las compartamos.

3. Abriéndonos a aprender de quienes no piensan igual que nosotros. La paz se logra cuando en ocasiones tenemos que reconocer errores y cambiar de rumbo, sin claudicar a nuestros principios y valores.

La serie “Cobra Kai” termina en tragedia, y no te cuento más para que la vea. Así mismo terminan las historias de la vida real cuando usamos las etiquetas para atacarnos y no para complementarnos. Martin Luther King dijo estas dos aseveraciones:

“El amor es la única fuerza capaz de transformar a un enemigo en amigo.”

“No permitas que alguien te haga llegar tan bajo como para odiarle.”

Efesios 4:4-6 dice:

Pues hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, tal como ustedes fueron llamados a una misma esperanza gloriosa para el futuro. 5 Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, 6 un solo Dios y Padre de todos, quien está sobre todos, en todos y vive por medio de todos.

En este viaje, revisemos nuestra mochila y viajemos ligero. Menos etiquetas, más amistad.

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